domingo, 24 de febrero de 2008

La Corte Heian y la cultura de élite

Conocer otras culturas es algo totalmente enriquecedor. A lo largo de la Historia, cada pueblo ha ido desarrollando una serie de costumbres y tradiciones que, con el paso del tiempo, han ido formando la identidad propia de cada uno de ellos. Culturas distintas, culturas variopintas, culturas que se siguen manteniendo, culturas que se han perdido. Pero todas ellas culturas.

El periodo comprendido en Japón entre los siglos VIII y XII se denominó Periodo Heian, considerado el último de la época clásica de la historia japonesa. Esta época, cuyo nombre viene a significar paz o tranquilidad, destacó por su arte, y de forma especial por la poesía y la literatura que se desarrollaron en estos siglos. La cultura japonesa durante la dinastía Heian floreció como nunca antes lo había hecho.

El idioma oficial era el chino, pero éste sólo podía ser usado por los hombres. Es entonces cuando surgió la escritura kana (de caracteres japoneses), y con ella vino la explosión de la literatura japonesa. Literatura que fue escrita principalmente por las mujeres y que se basaba, entre otros temas, en la expresión de sentimientos. Es más, se sitúa en este periodo la primera novela escrita de la Historia. Genji Monogatari (La historia de Genji) fue escrita en el siglo X por Musaraki Shikibu, aunque los primeros manuscritos no aparecieron hasta el siglo XII. El matrimonio de Shikibu con un descendiente de la familia Fujiwara permitió a la autora conocer el comportamiento y los secretos de la Corte Imperial. Este documento, de más de 4.000 páginas, muestra cómo se vivía, cómo se pensaba y cómo se sentía en un momento determinado de la historia de Japón, fundamentalmente en lo que concierne a las clases sociales más poderosas e ilustradas.

Pero también cabe destacar que ésta era una cultura de élite, ya que sólo gozaban de ella un reducido grupo de aristócratas. Este grupo de nobles, damas de palacio y miembros de la Familia Imperial constituían una élite acomodada y refinada, con gustos por el arte, la música, la calidad de su caligrafía, el protocolo y la etiqueta. Las mujeres ponían especial atención en la combinación de colores de los doce vestidos de seda que formaban su atuendo, así como mostraban preocupación por el cuidado de sus largas trenzas negras. Todo ello reflejo de su sensibilidad artística. Eran mucho más importantes estas cuestiones que las que estaban relacionadas con la espada o el caballo.

Sin duda alguna, la Corte Heian dejó un gran legado cultural, pero el gran inconveniente es que sólo era privilegio de unos pocos, y muchos se quedaban sin acceso a algo tan fundamental para el ser humano como es el conocimiento y la sabiduría.

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