Las plantillas de cartón y los tubos de pintura en aerosol son sus principales armas. Armas que utiliza para expresar su rechazo al sistema político actual y para mostrar su oposición hacia determinadas actitudes del mundo con las que no está de acuerdo. Dice que es más fácil pedir perdón que obtener permiso, y con esa premisa sale a pintar a la calle. Su arte es el de la protesta. Hablamos de Banksy.
Británico y de identidad desconocida para los medios, Banksy es considerado uno de los artistas callejeros más importantes de hoy en día. Ya no sólo por sus graffitis cargados de crítica política y sátira, sino por ser capaz de burlar los sistemas de seguridad de los museos más importantes del mundo. Prueba de ello es que colocó en el Museo Metropolitano de Nueva York un cuadro de una mujer de época con una máscara antigás, y en el Museo de Brooklyn introdujo la pintura de un soldado colonial que se mostraba contrario a la guerra.
La obra de Banksy también llegó a Disneylandia. Situó en una montaña rusa del parque un muñeco hinchable vestido como un preso de Guantánamo. De esta forma quería denunciar la violación de derechos humanos que se cometen en esta cárcel. Pero quizá la intervención que más ha dado de que hablar ha sido la que llevó a cabo en el muro ilegal de Palestina. El artista pintó sobre el cemento una línea punteada imitando un recortable, entre otras cosas que también condenaban la construcción de dicho muro.
Banksy en Palestina

jueves, 20 de marzo de 2008
martes, 18 de marzo de 2008
Las estatuas vivientes de Las Ramblas: El arte de la calle
¿Qué criterios han de seguirse para considerar si algo es arte o no lo es? ¿En qué hemos de basarnos? ¿Por qué determinadas cosas son manifestaciones artísticas y otras no? ¿Quién lo dice?
El arte, en mi opinión, no entiende de barreras, ni de normas establecidas, ni de manuales. Es un concepto mucho más abstracto, más amplio. El arte es la expresión de aquello que se piensa, se siente y se vive, que se ama, se respira, se observa y que, a veces, se entiende.

En las Ramblas, archiconocido paseo de la ciudad de Barcelona que une la plaza de Cataluña con el puerto, podemos encontrar toda una manifestación del arte de la calle: Las estatuas vivientes. Cada día, estos seres anónimos dan vida a otros personajes, alegrando a los que paseamos por este lugar. Haga frío, haga calor, ellos siempre están allí de forma incondicional.
Estas personas, quizá sin saberlo, dan color a Las Ramblas. Junto con otros músicos o artistas hacen que esta calle sea distinta a las demás, que tenga algo que la hace especial. Ese "algo" es el arte de la calle. Tan importante como el que se ofrece en las grandes salas de teatro. Es el arte gratuito, que no implica tener un elevado poder adquisitivo para acceder a él. El arte para todos. El arte libre.
Detrás de cada estatua hay una vida, no lo olvidemos.
El arte, en mi opinión, no entiende de barreras, ni de normas establecidas, ni de manuales. Es un concepto mucho más abstracto, más amplio. El arte es la expresión de aquello que se piensa, se siente y se vive, que se ama, se respira, se observa y que, a veces, se entiende.

En las Ramblas, archiconocido paseo de la ciudad de Barcelona que une la plaza de Cataluña con el puerto, podemos encontrar toda una manifestación del arte de la calle: Las estatuas vivientes. Cada día, estos seres anónimos dan vida a otros personajes, alegrando a los que paseamos por este lugar. Haga frío, haga calor, ellos siempre están allí de forma incondicional.
Estas personas, quizá sin saberlo, dan color a Las Ramblas. Junto con otros músicos o artistas hacen que esta calle sea distinta a las demás, que tenga algo que la hace especial. Ese "algo" es el arte de la calle. Tan importante como el que se ofrece en las grandes salas de teatro. Es el arte gratuito, que no implica tener un elevado poder adquisitivo para acceder a él. El arte para todos. El arte libre.
Detrás de cada estatua hay una vida, no lo olvidemos.
sábado, 8 de marzo de 2008
Raghu Rai: Pasajes de La India

“Una fotografía ha recogido una realidad de la vida, y el hecho de que vivirá para siempre”. Raghu Rai
Capturar lo efímero para hacerlo eterno. Congelar un instante para que forme parte de la memoria. Reflejar la cultura de otras tierras, de otros lugares… para mostrarla a otra parte del planeta que desconoce su forma de ver la vida y establecer un puente de unión. Así conoceremos su realidad, así podremos sentirnos más cerca.
Un viaje a lo largo de la historia de la India, desde 1964 hasta 2007. Eso es lo que nos ofrece el fotógrafo indio Raghu Rai en sus imágenes, todas ellas con un gran valor artístico y documental. Casi un centenar de fotografías en blanco y negro y en color que se reparten entre los espacios expositivos que la Casa Asia tiene en Madrid y en Barcelona.
Imágenes que muestran desde las tareas más cotidianas de una población hasta las mayores barbaries producidas por el ser humano, como fue la tragedia química de Bhopal de 1984, que se saldó con la vida de más de 20.000 personas, además de causar enfermedades crónicas a otras 150.000. Fue, sin duda, la mayor tragedia industrial de la Historia.
En definitiva, Raghu Rai es todo un ejemplo de fotoperiodismo de denuncia, que capta con su cámara a nadies con vidas anónimas para lograr sensibilizar a la humanidad. Una exposición digna de ver y que coincide con el 60 aniversario de la agencia Magnun, con la que el fotógrafo comenzó a colaborar en 1977 y con la que aún sigue asociado.
Delhi, Calcuta, Allahabad, Rajasthan, Hyderabad o Bombay son algunos de los escenarios elegidos por Rai para escribir la historia, para contar, para hacernos entender con imágenes la dureza de una realidad muy ajena para nosotros, los occidentales. Pero, eso sí, sin dejar escapar la magia que envuelve a este maravilloso país: La India.
Para más información: Casa Asia
lunes, 3 de marzo de 2008
El espíritu de Canteca de Macao

Vivo en un mundo perdido que no lo consigo
Por más que me aplico no encuentro el camino
Será mi egoísmo, será mi destino
Será mi egoísmo, será mi destino
Pero no encuentro el sentido
Pasadas las nueve y media de la noche, las luces se apagaron. La sala, situada en Hospitalet de Llobregat, estaba repleta de un público que se mostraba impaciente por disfrutar del concierto. Sonó un cajón flamenco, seguido por los acordes de una guitarra y las melodías de una flauta travesera. En ese momento un joven irrumpió en el escenario, se situó en el centro y empezó a hacer malabares, dejándose llevar por la música. Su movimiento hacía que las cariocas dibujaran figuras en el aire, lo que provocó un auténtico espectáculo de arte. Entonces Ana, la vocalista, apareció en escena. El espíritu de Canteca de Macao había llegado. Estaba en el aire… y en cada uno de los allí presentes.
La banda madrileña, compuesta por nueve integrantes, presentó ayer su último trabajo Camino de la vida entera, aunque no faltaron temas de sus anteriores discos como: Hijos del Hambre, Contigo, Alternativa Libertaria o Sin Solución, que hicieron que el público no parara de bailar en ningún momento. Y es que si hay algo que caracteriza a este grupo, que mezcla reggae, rumba, ska y son, entre otros estilos, es su alegría y vitalidad en los directos. Apenas llevan tres años de andadura, pero ya se han hecho un hueco más que relevante dentro del panorama sonoro nacional y extranjero.
Un grupo reivindicativo, defensor del arte de la calle y de la libertad, cuyas letras denuncian la explotación, la estructura piramidal, la propiedad privada, la desigualdad, y que pretenden ser un grito social para alcanzar la dignidad.
Con todo, Canteca de Macao ha logrado mantener sus principios en las distintas negociaciones con su discográfica actual, que tras un año y medio de tiras y aflojas con todas las multinacionales e independientes de España y parte de Europa ha aceptado conservar intacto el derecho a la libre descarga de la música de la banda. En virtud de éste, cualquier persona del mundo con acceso a la red de redes puede descargarse los dos álbumes del grupo.
Que para hacer buena música hay que creer en lo que se hace. Y no sólo basta con cantar, sino que hay que sentirlo, transmitirlo y vivirlo. Y de eso, los Canteca son unos especialistas.
Escúchalo, siéntelo y muévelo, este es el ritmo que me sale desde dentro del corazón.
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